Experimentando a Dios a través de la oración - Madame Jeanne Guyón
La oración no es nada mas que volver nuestro corazón a Dios, y recibir a cambio su amor.
Sin embargo aquellos que están sin un corazón rendido están exentos, pues debe haber un corazón rendido ante Él para recibir su amor.
Este simple requisito es que debes aprender a orar de tu propio corazón y no de tu cabeza; la razón es que la mente de un hombre es tan limitada en su operación, que solo puede enfocarse sobre un objeto a la vez. Pero la oración que sale del corazón no puede ser interrumpida por la razón, nada puede interrumpir esta oración excepto un sentimiento confuso.
Cuando has disfrutado de Dios y de la dulzura de Su amor, sin embargo hallarás imposible poner tus sentidos en ninguna otra cosa que en Él.
Yo he descubierto que es fácil obtener la presencia de Dios. Él desea estar mas presente a nosotros de lo que nosotros deseamos buscarle. Él desea darse a nosotros mucho mas prontamente de lo que nosotros deseamos recibirle, tan solo necesitamos conocer como buscar a Dios, y esto es más fácil y más natural que respirar.
Leer solo una pequeña sección, y permite que el pasaje sea digerido antes de continuar a otro; saca de él su significado pleno, medítalo trata de relacionarlo con otras escrituras similares, memorízalo, después habiendo examinado el pasaje profundamente continúa a otro y al mismo.
No es la cantidad de Escritura que lees sino la calidad que te producirá el beneficio.
Una palabra de aviso para los principiantes no vaguéis de verdad en verdad, y de tema en tema, la forma correcta es permitir que cada verdad individual sea meditada mientras su sabor dulce permanece fresco.
A medida que formas el habito de meditar en la Palabra de Dios se hará más fácil traer al recuerdo otras escrituras de la misma naturaleza, esto mejorará grandemente tu habilidad de traer la Palabra de Dios a realidad en tu vida.
Pero ahora que nos hemos arrepentido de nuestro pecado, vueltos a Cristo para ser limpiados de nuestro pecado y le hemos invitado a que haga su tabernáculo dentro de nosotros. Él trajo consigo el reino de Dios con todos sus beneficios y promesas.
Derrama el deseo de tu corazón delante de Él, ahora espera en silencio delante de Él, siempre deja un tiempo en silencio al orar.
ven al Padre como un hijo indefenso, herido por diversas caídas, destituido de la fortaleza para permanecer en pie o del poder para limpiarte a ti mismo;
Suplica al Rey de Gloria que reine en ti, abandónate a Dios para que Él haga una obra perfecta en ti.
Cuando encuentres que es la voluntad de Dios para ti ser amoroso desearás amar, le buscarás primeramente por su amor, en el cual puedes amar a los demás.
Al orar no te formes ninguna imagen de Dios en tu mente, todas nuestras imaginaciones de Dios no sirven para nada.
Un siervo que coloca toda su diligencia
en su trabajo solo por la recompensa
no es digno de tal recompensa.
Cada
momento de cada día debes venir a
darte cuenta de que tu estás en la
voluntad inmediata de Dios.
Debes entregar tantos las cosas
externas como las internas, todas tus
preocupaciones deben colocarse en las
manos de Dios, olvídate de ti mismo;
solo piensa en Él.
No atribuyas
nada que ocurra como proveniente del
hombre, sino mira todo como que
viene de Dios, excepto el pecado.
Si no saboreas la cruz no
puedes saborear las cosas de Dios.
Es imposible amar a Dios sin
amar la cruz, si saboreas la cruz
hallarás incluso que las cosas más
amargas son dulces.
CAPÍTULO IX
DESPÓJATE DE LO VIEJO
Todos los intentos de corregir
lo externo solo conducen al alma a una
actividad más furiosa, en vez de vencer
los problemas que impone la vieja
naturaleza.
El simple hecho de
entregarte en cada circunstancia donde
el yo se levanta producirá en su tiempo
una separación de lo sensual de lo
espiritual.
Cuanto más cerca tu espíritu
está de Dios mas te separa de las
exigencias anímicas; cuando Dios
responde a tus deseos entregados
enviando Su gracia, tu naturaleza del
yo externo es debilitada, y fácilmente
se somete a la voluntad de Dios.
Nuestra responsabilidad es
permanecer firmes en nuestra atención
hacia Dios, después todas las cosas
serán hechas en perfección.
CAPITULO X
LA FUERZA CENTRAL
La conversión no es nada mas
que volverse de sí mismo con objeto de
volver a Dios, no tiene nada que ver
con la naturaleza exterior de las buenas
obras, la conversión tiene lugar dentro
del espíritu de un hombre, una vez que
has tomado una decisión de conocer a
Dios, encontrarás que Dios ha
colocado un deseo en tu corazón de
continuamente acercarte a Él.
Déjame asegurarte que solo por
la divina gracia, que nosotros somos
capaces de conocer a Dios, nunca
debes presumir que es por tus propios
esfuerzos eres capaz de venir a Dios a
menos que Él halla escogido llamarte
primero.
Dios es nuestro centro, el
centro siempre ejerce una atracción
poderosa. Cuando tu espíritu ha sido
unido al de Dios, caerá sin ninguna
otra fuerza que el peso del amor hacia
Su propio centro.
CAPÍTULO XI
ENTRANDO EN UNA ORACIÓN
SIN ESFUERZO
Sí quieres
alcanzar el océano navega río abajo,
con el paso del tiempo sin ejercicio o
esfuerzo encontrarás las aguas
mayores. ¿Estás listo ahora para
encontrar a Dios? ¿Estás dispuesto a
seguir esta vereda dulce y sencilla?
Estar internamente ocupado
con Dios, es totalmente incompatible
con estar ocupado con un millar de
trivialidades.
No es realmente mucho
pedirnos a nosotros mismos, pasar una
hora o incluso media hora de nuestro
día aquietando nuestros espíritus, con
objeto de que el espíritu de oración
permanezca con nosotros todo el día.
Sí un niño pequeño teme a un
monstruo imaginario no se pone en pie
para luchar contra él, en vez de esto
cierra sus ojos a él y se acurruca en el
regazo de su madre en busca de
seguridad.
Sí en nuestra debilidad
intentamos atacar a los enemigos de
nuestra alma, nos hallaremos a
nosotros mismos heridos si no
derrotados. Pero quedándonos
simplemente en la presencia de Dios,
encontraremos un suplir instantáneo de
fortaleza y apoyo.
Cuando interrumpes
la guía del Espíritu te darás cuenta
porque te sentirás, o bien forzado o
bien constreñido, pero cuando tus
acciones están bajo la influencia del
Espíritu de gracia, serán libres fáciles,
y tan naturales que casi parecerán
como que no has actuado para nada.
Cuando tu espíritu esta
centrado en Dios, todas las actividades
que inicies serán nobles llenas de paz,
naturales y tan espontaneas que te
parecerán que apenas si han significado algún tipo de actividad.
Amado cuando tu estás en
reposo en Dios, tu actividad mientras
que es magnificentemente inspiradora,
también será totalmente apacible. Pero
cuanto más apacible sea mas será
cumplida, porque es Dios quien se está
moviendo y dirigiendo tus acciones.
Dios mismo nos atrae, Él nos
hace correr tras Él. En el primer
capitulo del Cantar de los Cantares la
esposa habla a su amado y dice:
atráeme. Nosotros también podemos
decir: atráeme Señor a ti mismo Tu
eres mi centro divino.
Entrar en unidad con Dios
significa estar totalmente unido a Su
Espíritu Santo. Por medio de esto
tenemos uno y un mismo espíritu con
Él, Sin ningún esfuerzo por nuestra
parte, somos ahora colocados en una
posición donde la voluntad de Dios
obra a través de nosotros.