La Iglesia Normal - Watchman Nee
La Vida Cristiana Normal de La Iglesia [PDF]
Citas:
Capítulo 4:
EL ASUNTO FINANCIERO
La importancia de la vida de fe
LA ORGANIZACIÓN DE LAS IGLESIAS LOCALES
El "ministro" u obrero en el gobierno de la iglesia
Citas:
- Nunca debemos ser independientes de los otros miembros del cuerpo, pero no debemos olvidar que recibimos todas nuestras órdenes de la Cabeza.
- El ministerio cristiano es el ministerio de toda la Iglesia, no simplemente de una sección de ella.
- Porque Cristo no es la Cabeza de cualquier sistema, o misión u organización: Él es la Cabeza de la Iglesia.
- El utilizar informes como medio de propaganda, con miras a una ganancia material, es de una vileza extremada, e indigna de todo cristiano.
- Una de las razones por las que tantos convertidos hoy en día no están llenos del Espíritu es porque los apóstoles se arraigan para pastorearlos y toman sobre sí la responsabilidad que pertenece al Espíritu Santo.
- En la Iglesia de Dios todo está bajo la soberanía del Espíritu, el hombre queda eliminado.
- Dios no nombró a los ancianos para desarrollar el trabajo a nombre de sus hermanos.
- Los obipos dirigen la ejecución de los demas hermanos.
- El pensamiento de Dios era que hombres escogidos de entre los hermanos locales pastorearan al rebaño, no hombres que, viniendo de otras partes, predicaran el evangelio, fundaran iglesias, y luego sentaran residencia para cuidar esas iglesias.
- Si la administración de toda la iglesia recae sobre un hombre, cuan fácil es que él se envanezca, estimandose sobre medida y suprimiendo a los otros hermanos (3ª Juan 9-10)
- El poner la responsabilidad en las manos de varios hermanos en vez de en las manos de un individuo es la manera de Dios de salvaguardar Su Iglesia contra los males que resultan de la dominación de una fuerte personalidad"
Capítulo 4:
- La iglesia de Dios ha sido dividida en las iglesias de Dios sobre base única de la diferencia de lugar. La localidad es la única base escritural para la división de la Iglesia en iglesias.
- Por toda la Palabra de Dios no podemos encontrar nombre alguno asignado a una iglesia salvo el nombre de un lugar.
- En las Escrituras ningún otro nombre sino el nombre de un lugar está relacionado con una iglesia, y la división de la Iglesia en iglesias es efectuada únicamente sobre el fundamento de la diferencia de lugar.
- Reconozco como mi hermano, y como un miembro juntamente conmigo de mi iglesia, a todo hijo de Dios que vive en mi localidad.
- Nunca fue el propósito de Dios que un número de iglesias en diferentes sitios fueran reunidas bajo cualquier denominación u organización, sino más bien, que cada una fuera independiente de las otras.
En organización las iglesias son totalmente independientes una de la otra, pero en su vida son una, y, consecuentemente, interdependientes.
Pero mientras que las iglesias se ministran unas a otras, deben conservar siempre su independencia de gobierno y responsabilidad.
La iglesia local es la corte suprema. No ha organización a cuyo control tenga que someterse, ni hay ninguna organización sobre la cual ejerza control. No tiene superiores ni subordinados.
Muchos cristianos conceptúan a Jerusalén como la iglesia madre, poseyendo la autoridad suprema, pero una concepción así tiene su fuente en la mente humana, no en la Palabra divina.
Cada iglesia es gobernada localmente y es responsable directamente a Dios, no a cualquier otra iglesia u organización.
Debe haber una relación espiritual entre las iglesias si se ha de preservar el testimonio del Cuerpo, pero a la vez debe haber una independencia absoluta si se ha de mantener el testimonio de la Cabeza.
Cuando las personas son salvas por mediación de cualquier hombre, pertenecen a la iglesia del lugar en donde viven, no al hombre a través del cual fueron salvos ni a la organización que él representa.
La desaprobación divina siempre estará sobre "la iglesia de Pablo" o "la iglesia de Apolos" o "la iglesia de Cefas"
Si el Pueblo de Dios pudiera solamente ver que el objeto de todo ministerio es la fundación de iglesias locales y no la agrupación de cristianos alrededor de cualquier persona en particular, o verdad, o experiencia o bajo cualquier organización en particular, entonces la formación de sectas se evitaría
Dichas llamadas iglesias en realidad son sectas, porque están circunscritas por los límites de un credo en particular o una misión especial, no por y dentro de las fronteras de la localidad
Cristo es el centro común de todas las iglesias, pero cualquier grupo de creyentes que tenga un líder, una doctrina, una experiencia, un credo o una organización como centro de comunión, encontrará que ese centro se convierte en el centro, y es ese centro por el cual ellos determinan quiénes pertenecen a ellos y quienes no.
El fracaso del protestantismo es que ha sustituido iglesias organizadas -Estatales o denominacionales- por la Iglesia de Roma, en lugar de regresar a las iglesias locales ordenadas divinamente.
Es un asunto relativamente sencillo poner en "cuarentena" a una iglesia local, pero aislar el error en una gran federación de iglesias es una cosa completamente distinta.
Capítulo 5:
Si pedimos algo más después de su recepción por el Señor, antes de admitirlo a la comunión, entonces no somos una iglesia en absoluto, sino solamente una secta.
El lugar es la base divinamente señalada para la división de la Iglesia, porque es la única división inevitable.
El aprender de los hombres espirituales y tener en cuenta su dirección es conforme a la voluntad de Dios, pero no lo es el dividir la iglesia por una admiración hacia ellos.
Es así mismo natural y común para un individuo o una misión por cuyos medios la gente ha sido salvada, de considerar a los salvados por mediación suya como pertenecientes a ellos.
Es natural, pero no espiritual. Es común, pero, sin embargo, contrario a la voluntad de Dios.
Como protesta, por la división de los hijos de Dios, muchos creyentes buscan dividir a aquellos que no dividen de aquellos que sí dividen; y, ¡Nunca piensan que ellos mismos están dividiendo!
El solo pensamiento de hacer distinción entre los hijos de Dios tiene su origen en la naturaleza carnal del hombre y es sectario.
"Las denominaciones no son escriturarias y no debemos tomar parte en ellas", pero si adoptamos una actitud de crítica y pensamos ellos son denominacionalistas; yo soy no-denominacional, ellos pertenecen a sectas, yo pertenezco a Cristo sólo, tal diferencia es definitivamente sectaria.
Si un creyente no ha aprendido el camino de la Cruz y a andar en el Espíritu, ¿que ganó por su salida de la secta? tan sólo elevar el sectarismo de su propio "yo".
El tener constante e íntima asociación con la gente cuya interpretación de las Escrituras no se ajusta con la nuestra, es duro para la carne, pero bueno para el espíritu.
Nada prueba tanto la espiritualidad de un maestro como la oposición a sus enseñanzas.
Una "iglesia" racial no tiene ningún reconocimiento en la Palabra de Dios.
La membresía en la iglesia es determinada por el domicilio, no por la raza.
Si usted es más espiritual que otros miembros, entonces usted debe usar su influencia espiritual y su autoridad en la oración para revivir esa iglesia. Si la iglesia no rsponde, usted sólo tiene dos alterativas: o permanecer allí, guardándose usted sin mancha, o cambiar su domicilio.
El orgullo del corazón y un gozo egoísta en cosas espirituales nos hacen pasar por alto el hecho de que una iglesia en un lugar dado debe consistir de todos los hijos de Dios en ese lugar, de manera que reducimos la comunión cristiana y hacemos selección entre los hijos de Dios. Esto es sectarismo, y es una angustia de corazón para el Señor.
Una iglesia existe con el propósito de ayuda mutua en un lugar, no con el propósito de cargar con la responsabilidad de la obra en sitios diferentes.
En conformidad con la Palabra de Dios, todo el trabajo es la preocupación personal de hermanos individuales llamados y comisionados por Dios, como miembros del Cuerpo, y no es la preocupación de cualquier iglesia como un cuerpo.
[Con trabajo se refiere a la obra, plantar iglesias]
La iglesia local está llamada a manifestar, no tanto el servicio como la vida del Cuerpo, mientras que los apóstoles, los profetas, y los maestros como tales son llamados a manifestar no tanto la vida como el servicio del Cuerpo.
Por tanto, mientras que el trabajo es la responsabilidad de individuos, no es asunto de cualquier persona que se le ocurra ocuparse en él, sino solamente de aquellos que son llamados y enviados por Dios y son equipados con dones espirituales para la tarea.
[Con trabajo se refiere a la obra, plantar iglesias]
Dios nunca ha aprobado que alguien siga una línea individualista en Su obra.
Debemos recordar la economía divina de palabras en las Escrituras, y debemos comprender que ni el suceso ni la narración fue accidental. Todo lo que está allí ha sido escrito para nuestra enseñanza, y hasta una expresión aparentemente casual puede encerrar una lección preciosa.
Se han hecho esfuerzos para animar a los nuevos creyentes a que lean la Palabra por sí mismos, a que oren por sí mismos, a que testifiquen por sí mismos, pero nunca a que se reúnan por sí mismos.
Si mantenemos a la "iglesia" y a la "obra" paralelas y no permitimos que las dos líneas converjan, entonces encontraremos que no se necesitará ningún ajuste en la iglesia cuando nos vayamos, porque no habrá perdido un "pastor", sino solamente a un hermano.
Los creyentes deben orar por sí mismos, estudiar la Palabra por sí mismos, y reunirse ellos mismos, no simplemente ir a un centro de reunión preparado por otros y sentarse a escuchar a otros predicar.
El ir a los patios o al salón de la misión a escuchar la Palabra no es una reunión Escritutaria, porque está en manos de un misionero o de su misión, no en manos de la iglesia local.
Todos los siervos de Dios están ocupados en el ministerio de edificación del Cuerpo de Cristo, pero eso no quiere decir que todos los ministerios son iguales. Cada uno tiene un ministerio diferente.
Todo ministerio así es nuevo y específico y es de gran valor para la Iglesia, pero debemos tener bien presente que si Dios entrega un ministerio específico a un hombre relacionado con determinadas verdades, él no debe hacer su ministerio especial o su verdad específica la base para una nueva "iglesia".
De otra manera se hará a las iglesias que sirvan al ministro, no al ministerio de las iglesias, y las "iglesias" establecidas serán "iglesias ministeriales", no locales.
La esfera de una iglesia no e la esfera de cualquier ministerio, sino la esfera de la localidad.
Siempre que se hace al ministerio la ocasión para la formación de una iglesia, allí tendrán el principio de una nueva denominación.
Si el Señor demora Su venida y Sus siervos permanecen fieles a Él, ciertamente Él levantará nuevos ministerios en la Palabra.
Él dará a conocer verdades específicas para afrontar las necesidades específicas de Sus hijos.
Si siempre tenemos en cuenta que las iglesias de Dios son formadas solamente sobre el fundamento de la localidad, se evitaría mucha división entre los hijos de Dios.
Su plan es que Sus siervos establezcan solamente una iglesia local, y luego contribuyan sus diferentes ministerios a esa iglesia. La iglesia no está controlada por un ministerio, sino que es servida por todos los ministerios.
Nos atrevemos a ejercer nuestro ministerio con fidelidad, pero, habiéndolo hecho, nos atrevemos a dejar la iglesia abierta a otros ministerios. Esta debería ser la actitud de todos los obreros de Dios.
No hay necesidad de construir un muro de protección alrededor de "nuestro rebaño" particular para guardarlos contra las enseñanzas de otros. Si así lo hacemos, estamos trabajando conforme a las ideas papistas.
Los obreros no deben discutir que porque ellos han sido los medios de salvación para ciertas almas, por tanto ellos tienen un derecho especial sobre esas almas y una responsabilidad especial para con ellas, y consecuentemente les eviten unirse con sus compañeros en la fe en la localidad.
Si juzgamos nuestra obra como un fin, entonces nuestro propósito discrepa con el de Dios, porque su fin es la Iglesia.
Hay tres cosas que debemos tener claramente en la mente.
1 - La obra es la preocupación especial de los obreros, no en las iglesias, y la esfera de cualquier obra no es lo suficientemente amplia para justificar que se le tome como una iglesia.
2 - Todos los obreros deben ser los suficientemente humildes para tomar el lugar de hermanos en la iglesia local. En la esfera de su trabajo ellos tienen el puesto de siervos de Dios pero en la esfera de la iglesia solamente son hermanos.
3 - La meta de toda la obra es el establecimiento de iglesias locales. Si hacemos a nuestra obra la base de una unidad separada del pueblo de Dios, entonces estamos edificando una secta, no una iglesia.
CAPITULO VII ENTRE LOS OBREROS
El Señor es la cabeza del Cuerpo y no la Cabeza de cualquier organización; por tanto, siempre que trabajemos para una sociedad, una misión, o una organización, y no para el Cuerpo solamente, perdemos la jefatura del Señor.
Necesitamos enfatizar este hecho, que los apóstoles laboraban en asociación con otros, pero sus grupos no estaban organizados. La relación del uno al otro era solamente espiritual.
Pero en grupos divinamente constituidos no hay ninguna organización. Se ejerce la autoridad entre ellos, pero dicha autoridad es espiritual, no oficial.
La razón por la cual Pablo podia dirigir a otros no era por causa de su posición superior sino debido a su mayor espiritualidad. Si hubiera perdido su espiritualidad, hubiera perdido su autoridad.
En una organización aquellos que son espirituales no necesariamente tienen algún puesto, y aquellos que tienen algún puesto no necesariamente son espirituales, pero en la Escritura es diferente. Aquellos que son espirituales son los que dirigen a otros, y si los otros son espirituales, ellos reconocerán la autoridad espiritual y se someterán a ella.
En una organización los puestos son repartidos por el hombre, pero en la obra espiritual los ministerios son decretados por el Señor.
Mucha de la dirección actual no está basada ni sobre profundidad de espiritualidad ni sobre grandeza de ministerio.
Los siervos de Dios deben laborar juntamente en grupos, pero hay una colaboración que debe ser evitada, es decir, colaboración en una organización hecha por hombres que restrinja a sus miembros en tal forma que ellos realmente no puedan responder al llamado del Espíritu.
Cuando los obreros están enteramente sujetos a la dirección de los hombres su trabajo no es el resultado de una carga espiritual puesta sobre ellos por Dios, sino simplemente la ejecución de una labor en respuesta a los dictados de los que tienen puestos más elevados que ellos.
La dificultad actual es que los hombres están tomando el lugar del Espíritu Santo y la voluntad de los hombres en puestos oficiales está tomando el lugar de la voluntad de Dios.
Una buena organización frecuentemente sirve como un pobre sustituto para el poder del Espíritu Santo, al mantener unida una obra aún después de que se haya ido toda su vitalidad.
Cuando la vida se ha ido de la obra y el andamiaje de la organización todavía la sostiene, se evita su colapso; pero esa es una ganancia dudosa, porque una organización espléndida exteriormente puede estar cegando a los siervos de Dios a una profunda necesidad interna.
El control centralizado trae muchos males. Facilia a los siervos de Dios el hacer caso omiso de la dirección del Espíritu, y prontamente se desarrolla un sistema papal, convirtiéndose en una gran potencia mundana.
Es un hecho escritural que ellos son reunidos en grupos, pero no son asociados en una sola sociedad.
La Palabra de Dios no autoriza la formación de una organización central, pero tampoco autoriza la formación de varios grupos, esparcidos, aislados, y sin relación.
Cada grupo debe reconocer lo que Dios está haciendo con las otras sociedades y debería extender la comunión a ellos, reconociendo que también ellos son ministros del Cuerpo.
Cooperación entre los obreros
(1) La primera responsabilidad de cada obrero –no importa cual sea su ministerio o su obra especial- siempre que llegue a un lugar en donde no haya iglesia local, es la de establecer una.
(2) Si llegara a ir a un lugar en donde ya existe una iglesia local, entonces toda su enseñanza y su experiencia deben ser contribuidas a esa iglesia, para que sea fortalecida y edificada, y no debe hacerse ningún intento para adherir esa iglesia a sí mismo o a la sociedad en él representada.
El daño más grande que un obrero puede hacer es que, en lugar de establecer y edificar las iglesias locales, adhiera a su agrupación a los creyentes que él encuentra en un punto, o el de formar a aquellos que han venido al Señor por esfuerzos de él en una sucursal de su denominación particular.
Si estamos en una localidad en donde hay misiones o iglesias fundadas sobre bases sectarias o denominacionales, pero ninguna iglesia fundamentada sobre las bases del Cuerpo y de la localidad, entonces nuestro deber es exactamente el mismo, es decir, fundar y edificar una iglesia local.
Solamente podemos cooperar con aquellos que están edificando el cuerpo de Cristo según está expresado en las iglesias locales, y no en aquellos que están edificando otras cosas.
Un obrero no debe intentar establecer una sucursal de la iglesia de la cual ha salido, sino establecer una iglesia en el sitio al cual llega.
El peligro que confronta el misionero es el de organizar aquellos a quiénes él ha guiado al Señor en una sucursal de la sociedad que él representa.
Para ilustrar, permítame decirle que usted representa a la Mision "X". Ahora, ¿los convertidos por medio vuestro forman la Iglesia "X" o se establecen en la iglesia de la localidad específica en que viven? Puede ser perfectamente correcto que misioneros pertenezcan a la Misión "X", pero está perfectamente equivocado que ellos organicen los frutos la Misión en la Iglesia "X".
La Palabra de Dios no prohíbe expresamente la formación de una Misión "X", pero claramente no aprueba la fundación de iglesias de la Misión "X" en Shanghai o en Canton, sino grupos cristianos en la localidad de Canton o de Shanghai, constituyendo todos juntos la Iglesia Cristiana de aquella ciudad.
Supongamos que su Misión "X" está llegando a T..., establece una iglesia "X"; despues otras misiones diferentes llegan a T..., cada una estableciendo una "iglesia" de su misión, separada de los demás. Eso sería igual a que Pablo estableciera una iglesia antioquina en Corinto y que Pedro llegara poco tiempo después y estableciera una iglesia jerusalémica allí.
CAPÍTULO VIII
EL ASUNTO FINANCIERO
La importancia de la vida de fe
Los doce apóstoles enviados por el Señor no tenían sueldo fijo, ni tampoco lo tenían los apóstoles enviados por el Espíritu; ellos simplemente confiaban en el Señor, quien supliría todas sus necesidades. Si un hombre puede confiar en Dios, déjenlo que vaya y labore por Él. Si no, déjenlo que se quede en casa, porque le falta el primer requisito para la obra.
Una dependencia total en Dios es necesaria si la obra ha de realizarse de acuerdo con Su voluntad; por tanto, Dios desea que sus obrerors recurran a Él solamente por sus provisiones financieras para que ellos no puedan sino andar en comunión íntimamente por Él y aprendan a esperar en Él continuamente.
Podemos profesar tener fe en Dios para una gran variedad de cosas intangibles, y podemos engañarnos a nosotros mismos a creer que realmente confiamos en Él cuando en realidad no tenemos ninguna fe, sencillamente porque no hay nada en concreto que demuestre nuestra confianza. Pero cuando se trata de necesidades económicas, el asunto es tan práctico que la realidad de nuestra fe se prueba de inmediato.
La importancia de la vida de fe
Si nuestra esperanza está en los hombres entonces cuando se terminen sus recursos se acabarán los nuestros también. No tenemos ninguna "Junta" que nos respalde, pero tenemos una "Roca" bajo nosotros, y ninguno que se afiance en el será avergonzado.
Viviendo del evangelio
¿Qué significa vivir del evangelio? No quiere decir que el siervo de Dios deba recibir una pensión definida de la iglesia, puesto que el sistem moderno de servicios pagados en la obra de Dios era desconocido en los días de Pablo. Lo que sí quiere decir es que los predicadores del Evangelio pueden recibir regalos de de los hermanos, pero no se hace ninguna estipulación en conexión con dichos obsequios. No se especifica ningún periódo de tiempo, ninguna cantidad de dinero, ninguna responsabilidad; todo es cuestión de buena voluntad. Conforme Dios toca los corazones de los creyentes, ellos obsequian a Sus siervos, así que, mientras que estos siervos reciben regalos a través de los hombres, su confianza está todavía enteramente puesta en Dios.
El principio de aceptación de donativos
Ningún siervo de Dios debe sacrificar su libertad para seguir la dirección divina aceptando dinero que lo coloque bajo control humano.
La iglesia y los obreros
En donde los miembros de una iglesia son espirituales, no pueden sino cuidar de los intereses del Señor en sitios más allá de su localidad, y el amor del Señor les constreñirá a dar tanto a los obreros como a la obra.
Es una cosa vergonzosa profesar confianza en Dios y, empero, desempeñar el papel de un mendigo, dando a conocer las necesidades de uno y provocando a otros a compasión.
Cuidémonos de ampliar la obra nosotros mismos, porque si la extensión es del hombre, tendremos que usar métodos humanos para cumplir con las nuevas obligaciones. Si Dios ve que la obra necesita extenderse, Él mismo la ampliará, y si Él la ensancha, Él será responsable de hacer frente a las necesidades aumentadas.
El crecimiento espontáneo de la obra de Dios no necesita ninguna actividad de la naturaleza humana, porque Dios cubrirá todas las exigencias que Él crea.
Nuestra fe puede ser probada, y nuestra paciencia tambien, pero si estamos dispuestos a dejar las cosas en las manos de Dios y esperar quietamente en Él, entonces no dejaremos de ver un oportunismo cuidadoso de los eventos y un engranaje exquisito de las circunstancias, y, emergiendo de un laberinto sin significado, una perfecta relación entre nuestra necesidad y el abastecimiento.
¿Por qué no una misión de fe?
Tan pronto como uno tiene una organización oficial, se cambia la relación espiritual que existe entre los compañeros en la obra por una oficial.
Debido a nuestra propensión de ver la cubeta y olvidar el manantial, Dios frecuentemente ha tenido que cambiar Sus medios de abastecimiento para mantener nuestros ojos fijos en la fuente.
La fe en la organización no estimula la confianza en Dios, y eso es lo que Él desea desarrollar.
¿Cree usted verdaderamente en Dios? ¿Deben sacrificarse los principios bíblicos a la conveniencia? ¿Verdaderamente desea usted lo mejor de Dios con todas sus dificultades acompañantes? Nosotros sí, y así no tenemos otra alternativa sino trabajar sobre el fundamento del Cuerpo de Cristo en asociación espiritual con todos los demás que sustenten el mismo principio.
CAPITULO IX
LA ORGANIZACIÓN DE LAS IGLESIAS LOCALES
El "ministro" u obrero en el gobierno de la iglesia
El sistema clerical de manejar la iglesia es sumamente popular, pero el pensamiento completo es extraño a la Escritura, donde encontramos la responsabilidad encomendada a ancianos, no a los "ministros" como tales. Los ancianos solamente vigilan el trabajo de la iglesia, ellos no lo ejecutan en lugar de los hermanos.
La diferencia entre los ancianos y los otros miembros es que los últimos trabajan, mientras que los primeros trabajan y tambien supervisan los otros en sus trabajos.
El lugar de reunión
El pensamiento de una iglesia está tan frecuentemente asociado con un templo, que alude frecuentemente al edificio en sí como "la iglesia". Pero en la Palabra de Dios es a los creyentes vivientes a quienes se les llama "la iglesia", lo a los ladrillos y a la mezcla. (véase Hech. 5:11 y Mat. 18:17).
Es el judaísmo, no el cristianismo, el que enseña que debe haber lugares santificados para el culto divino. El templo del Nuevo Testamento no es un edificio material; consiste en personas vivientes, todos creyentes en el Señor.
El templo del Nuevo Testamento es espiritual; luego la cuestión de los lugares de reunión para los creyentes, o lugares de culto, es de una importancia menor.
En Pentecostés los discípulos estaban reunidos en un aposento alto y después de Pentecostés ellos se encontraban todos juntos en el templo (Hech. 2:46), o a veces en el pórtico de Salomón (Hech. 5:12). Ellos se reunían para orar en varios lugares, siendo el de María uno de ellos (Hech. 12:12), y leemos que en una ocasión en que estaban reunidos en un cuarto del tercer piso de un edificio (Hech. 20:8,9). A juzgar por estos pasajes, los creyentes se reunían en una gran variedad de lugares y no tenían lugar oficial de reunión; ellos simplemente hacían uso de cualquier edificio que satisfaciera sus necesidades.
La reunión
Aparte de Cristo, la Iglesia no tiene cabeza; todos los creyentes son solamente miembros, y ellos son "miembros los unos de los otros". "Mutualidad" expresa la naturaleza de la Iglesia, todas las relaciones entre los creyentes son de un miembro a otro, nunca de una cabeza para los miembros.
Hay dos clases diferentes de reuniones en la Escritura, la reunión de la iglesia y la reunión apostólica. Si vamos a diferenciar claramente entre las dos, debemos primero entender las naturalezas diferentes de la iglesia y de la obra. Si no podemos entender esta distinción confundiremos constantemente la iglesia con la obra.
En la iglesia primitiva habían reuniones que estaban definitivamente conectadas con las iglesias, y otras que estaban tan precisa como definitivamente conectadas con la obra.
En estas últimas solamente un hombre hablaba, y todos los otros constituían su audiencia. Uno se pone en pie ante los demás, y por su predicación dirige los pensamientos y los corazones a quienes están sentados escuchando quietamente. Este tipo de reunión puede ser reconocido al punto como una sesión relacionada con el trabajo apostólico, porque lleva el carácter de la obra. No hay sello de "mutualidad" alrededor de ella. En las reuniones de la iglesia "cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación" (1ª Cor. 14:26). Aquí no es el caso de uno dirigiendo y todos los demás siguiendo, sino de cada uno contribuyendo con su parte de ayuda espiritual.
¿Quién se considera un buen cristiano realmente? ¿No es uno que va a la iglesia para oír al ministro predicar? Pero esto es pasividad, y anuncia la muerte. Aún el que ha concurrido a la iglesia cincuenta y dos domingos al año, no ha estado realmente en una reunión de la iglesia una sola vez. Ha ido solamente a reuniones conectadas con la obra.
Si las reuniones apostólicas suplantan a las reuniones de la iglesia, entonces los miembros de la iglesia se tornan pasivos e indolentes, siempre esperando a ser ayudados, en lugar de buscar, dependiendo del Espíritu, ser útiles a los otros miembros.
¿Cómo puede esperarse de ellos que prediquen un buen sermón una vez a la semana? ¿Y de quién puede esperarse que predique mejor que un siervo de Dios llamado especialmente? Así que un apóstol se establece a pastorear la iglesia, y consecuentemente las iglesias y el trabajo pierden ambos sus características distintivas. El resultado es una pérdida en ambas direcciones. Por un lado, los hermanos se vuelven flojos y egoístas porque si pensamiento se encierra solamente en ellos mismos y en la ayuda que pueden recibir, y por otro lado, los territorios sin evangelizar se dejan sin obreros porque los apóstoles se han convertido en ancianos.
Cada individuo debe llevar su parte de responsabilidad y transmitir a los demás lo que él mismo ha recibido del Señor. Tales reuniones de creyentes locales son verdaderas reuniones de iglesia.
Las reuniones de recién convertidos naturalmente mostrarán el sello de inmadurez al principio, pero el que el obrero tome la responsabilidad de tales reuniones detendrá su crecimiento, no lo favorecerá.
Cuando un apóstol está predicando un gran sermón y todos los creyentes están asintiendo y añadiendo sus frecuentes y fervientes "amenes", ¡cuán profundamente espiritual parece la congregación! Pero es cuando ellos se reúnen por sí mismos que su verdadero estado espiritual sale a la luz.
¿Por qué lo que se dice sobre las reuniones de la congregación en 1ª Corintios 14 no es ya parte de la vida de la grey? Porque tantos hijos de Dios carecen de la experiencia de la venida del Espíritu, sin la cual una asamblea dirigida de acuerdo con las líneas marcadas por 1ª Corintios 14 es una mera forma vacía.
¡Ay, hoy en día muchos de los hijos de Dios le dan más importancia a los siervos de Dios que a su Santo Espíritu! Están contentos en ser atendidos por los dones de un siervo en lugar de buscar ellos mismos los dones del Espíritu.
Todas las reuniones basadas en el principio de "mesa redonda" son reuniones de iglesia, y todas las reuniones basadas en el principio del "púlpito y los bancos" son reuniones que pertenecen a la obra.
El ministerio, la obra y las iglesias
Las iglesias son el Cuerpo de Cristo expresado localmente, el ministerio es el Cuerpo en función, y la obra es el Cuerpo buscando crecimiento. Las tres son diferentes manifestaciones de un solo Cuerpo, así que todas son interdependientes e interrelacionadas.
La iglesia [local] es la vida del Cuerpo en miniatura; el ministerio es el funcionamiento del Cuerpo en servicio; la obra es la extensión del Cuerpo en crecimiento.
El Cuerpo es la ley que gobierna la vida y obra de los hijos de Dios tanto en el primer siglo como hoy; por lo menos así debería ser, para cumplir plenamente el plan de Dios.