No améis al Mundo - Watchman Nee
No améis al Mundo [PDF]
Muchos no pueden ver el eterno plan de Dios o si lo ven lo comprenden sólo como doctrina estéril, pues se conforman con permanecer en las llanuras. La mera comprensión jamás nos moverá, sólo la revelación lo hace.
La santidad en nosotros es aquello que es de Dios, que está completamente separado para Cristo. Se basa en la regla que sólo lo que tiene su origen en el cielo retorna allí, pues ninguna otra cosa es santa.
No nos atrevemos a excluir a nuestros hermanos aun cuando no participamos en algunas de las cosas que ellos hacen. No, debemos amar y recibir a nuestros hermanos aunque seamos, en principio, inflexibles en nuestra separación del mundo.
Nehemías y sus colegas se armaron pues y así equipados para la guerra colocaron piedra sobre piedra. Este es el precio de la santidad y debemos estar preparados a pagarlo.
Todo lo que puede ser incluido bajo concupiscencia o deseo primitivo, todo aquello que excita la ambición desmedida v todo aquello que despierta en nosotros el orgullo o el encanto de la vida, todas estas cosas forman" parte del sistema satánico.
Todo lo que despierta orgullo en nosotros es del mundo.
Cuando sentimos complacencia por algo que hemos logrado sabemos, al instante, que hemos tenido contacto con el mundo.
Toda gloria que no es gloria a Dios es vanagloria, y es asombroso cómo pequeños éxitos pueden producir gran vanagloria.
No sólo las cosas malas sino todo aquello que nos aleja de Dios, aunque sea sua- vemente, son parte de aquel sistema que es antagónico a El.
La satisfacción en el logro de algo legítimo tiene el poder de colocarse instantáneamente entre nosotros y Dios mismo.
¿Cómo podríamos escapar del sistema del mundo utilizando métodos que al fin son poco más que mundanos?
De modo que la abstinencia es meramente mundana y nada más, y ¿qué esperanza hay de escapar del sistema de este mundo utilizando elementos mundanos?
Nuestra liberación del mundo comienza no al dejar esto o aquello sino al ver, tal como si fuera con los ojos de Dios, que es un mundo que está bajo sentencia de muerte.
Del mismo modo el mundo, estando bajo sentencia, no tiene futuro.
Algunos buscan liberación del mundo por medio del ascetismo y como el Bautista, no comen ni beben. Eso en nuestro día es budismo y no cristianismo.
Como creyentes comemos y bebemos pero lo hacemos sabiendo bien que comer y beber pertenecen al mundo y que, junto con él, están bajo sentencia de muerte y por tanto no pueden asirse de nosotros.
Seguimos viviendo en el mundo y utilizando las cosas mundanas pero no podemos formarnos un futuro con ellas pues la cruz ha deshecho toda la esperanza que teníamos en él.
La cruz de nuestro Señor Jesús, podemos en verdad decir, ha arruinado nuestras perspectivas en el mundo, no hay nada en él por el cual vivir.
Inevitablemente perdemos todo interés en el mundo y éste pierde su poder sobre nosotros en cuanto comprendemos que está condenado.
Cuando Dios se nos acerca con la revelación de la obra terminada de Cristo, no sólo nos muestra a nosotros mismos allí en la cruz, sino nos hace ver que nuestro mundo también está allí.
Cuando comprendo esto entonces no procuraré repudiar a un mundo que amo; veo, en cambio, que la cruz ya lo ha repudiado. No procuro escapar de un mundo que se aferra a mí; veo, en cambio, que por medio de la cruz ya he escapado.
Esclavitud espiritual al mundo es el fruto de ceguera espiritual y la liberación se produce cuando se nos abren los ojos.
No importa cuan íntimo sea nuestro contacto con el mundo exteriormente, somos liberados de su poder cuando vemos su verdadera naturaleza. El carácter esencial del mundo es satánico, está en enemistad con Dios. Comprender esto significa encontrar liberación.
En los propósitos divinos no hay klesia (llamados) que no vaya acompañada de ek (salir de)
Si miramos nuestra historia pasada somos ekklesia. la Iglesia; pero si miramos nuestra vida presente en Dios somos el Cuerpo de Cristo, la expresión, sobre la tierra, de Aquel que está en el cielo.
Como pueblo de Dios el cielo no es nuestro destino sino nuestro origen.
El hace que su Hijo sea mi justicia y mi santificación y toda otra cosa que me falte, sobre la base que El ya me ha colocado en el Cristo crucificado y resucitado.
Pues por ser esencialmente de otro mundo Cristo es nuestra barrera al mundo y no necesitamos nada más.
En mi corazón hay una barrera entre el mundo y yo, la barrera de otra clase de vida, es decir la de mi Señor mismo, y Dios ha colocado esa barrera allí. Por causa de Cristo el mundo no puede alcanzarme.
Si busco dentro de mí mismo algo con qué enfrentar y vencer al mundo al instante encuentro que todo mi ser clama por ese mundo, mientras que si procuro separarme de él sencillamente me envuelve más y más.
Pero cuando reconozco que Cristo en mí es mi redención y que en El estoy completamente 'afuera', en ese momento cesará la lucha.
Demostremos al mundo los frutos del cristianismo y aplaudirá; mostrémosle el cristianismo y se opondrá tenazmente.
Hay una cosa, sin embargo, que está eternalmcnte separada del mundo y nunca podrá entremezclarse con él y eso es la vida de Cristo.
Pues la bondad natural es algo que tenemos por nacimiento natural y que podemos desarrollar por nuestros propios esfuerzos; pero la bondad espiritual es, en palabras de Juan, "nacida de Dios"
¿Cómo puede el mundo mezclarse con lo que es de otro mundo? Pues todo lo que es del mundo es polvo hueco, mientras todo lo que es de Dios tiene la milagrosa cualidad de vida divina.
Las personas religiosas, como hemos visto, procuran vencer al mundo retirándose de él. Como cre- yentes, ésta no es nuestra actitud. Aquí es donde debe- mos vencer.
La vida divina implantada en nosotros, que en sí es completamente extraña a todo el mundo que la rodea, es una fuente de luz diseñada para revelar a la humanidad el verdadero carácter del mundo enfatizando por contraste su obscuridad inherente.
De aquí se desprende claramente que el separarnos del mundo hoy día y de ese modo privarlo de su única luz, no glorifica a Dios en manera alguna. Simplemente obstaculiza su propósito en nosotros y en la humanidad.
Dios puede utilizar a un Juan clamando en el desierto pero nunca fue su pro- pósito que su Iglesia sea una selecta compañía viviendo según el principio de abstinencia.
El creyente vive y es guiado no por reglas que especifican hasta qué punto puede entremezclarse con los hombres, sino por estas cualidades interiores que recibe por medio del Espíritu Santo de Dios. La justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo.
Pues la paz, como veremos, es un elemento potente en la respuesta de Dios a la ora- ción de su Hijo cuando pidió que nos guardara del ma- ligno (Jn. 17:15)
En Dios mismo hay una paz, una profunda calma de espíritu que lo mantiene sereno y tranquilo en medio de inefables conflictos y contradicciones.
Podían ser torturados o quemados y sin embargo, porque poseían su paz, los que les contemplaban sólo podían maravillarse ante su dignidad y compostura
Vencemos al mundo no por abstenernos de las cosas mundanas sino por pertenecer positivamente a otro mundo: esto es. al poseer un amor, un gozo y una paz que el mundo no puede dar y que los hombres necesitan en gran manera.
La Iglesia es la sucesora de Jesús, una colonia plantada aquí en el mismo centro del territorio de Satanás.
La Iglesia es una fuente de constante irritación y enojo para el adversario de Dios. El solo hecho de que estamos en el mundo molesta e irrita a Satanás.
Aquellos que procuran retirarse del mundo sólo están demostrando que están todavía en alguna medida esclavizados por el pensar mundano.
Nosotros que "no somos del mundo" no tenemos motivo alguno para procurar dejarlo, pues es allí donde debemos estar.
Satanás preferiría mucho más que no hubiesen creyentes en ninguno de estos lugares pues estorban decididamente allí.
El hecho de que nosotros estemos en el mundo, pero con todas nuestras esperanzas, todos nuestros intereses y todas nuestras perspectivas, fuera del mundo, constituye la derrota de Satanás y la gloria de Dios.
En relación con el pecado la Palabra de Dios sólo habla de liberación; es en relación con el mundo que habla de victoria.
La Iglesia glorifica a Dios, no por salir del mundo sino al irradiar su luz en el mundo.
SEPARACIÓN En el Nuevo Testamento Griego se utilizan tres palabras para significar vida: zoe, vida espiritual; psuche, vida psicológica; y hios, vida biológica.
Hay cosas del mundo que son esenciales para nuestra misma existencia. Ocuparnos de ellas es legítimo, pero estar apesadumbrados por ellas es ilegítimo y puede hacer que perdamos el derecho a lo mejor que Dios tiene para nosotros.
Tú y yo debemos estar perfectamente dispuestos a deshacernos de cualquier cosa en cualquier momento. No importa si dejamos dos mil pesos o simplemente dos. Lo que importa es si podemos dejarlo en cualquier momento sin sentir pena alguna.
Si guardo algo es porque Dios ha hablado a mi corazón; si me separo de algo es por la misma razón.
5 REFRESCÁNDONOS MUTUAMENTE Pues no es necesario que yo camine así con el Señor, escon- diéndome detrás de la excusa que: "¡Es inevitable que caiga de vez en cuando!" Todos estamos de acuerdo en que esto no es correcto ni agradable a Dios.
No es pecado trabajar en una tienda o fábrica. Pero cuando vuelves a tu casa, ¿no te encuentras cansado, desanimado y fuera de tono con todo? Te encuentras con un hermano, pero no puedes fácilmente empezar a hablar de cosas divinas con él.
No puedes dejar de sentirlo pues parece haber una incapacidad de acercarte al Señor. Esa comunión luminosa que tenías con El a la mañana parece haber sido oscurecida, su frescura se te ha ido. Todos conocemos esa experiencia.
Cuando nos disponemos a orar encontramos que tenemos que esperar un poco. Parece que nos lleva diez o veinte minutos para volver a aquel lugar donde podemos realmente tener comunión con Dios.
Sin desear hacer nada, espontáneamente nos da la mano y dice: "Hermano, ¡alabado sea Dios!" Puede que él no lo sepa pero de alguna manera es como si él ha venido con un plumero y ha limpiado todo. Inmediatamente sentimos que nuestro contacto con Dios ha sido restaurado.
Si estamos caminando con Dios no habrá día alguno cuando no podamos, si lo deseamos, refrescar a nuestros hermanos.
No es necesario que mires hacia adentro y al registrar y analizar todo sentimiento procures desenterrarlo. Alábale solamente. Es asunto del Señor, no tuyo, brillar en tu corazón y demostrarte cuan- do te has descarriado de El.
Si tienes una controversia con Dios, sólo mancharás a otros. Nunca podrás lavarles los pies. Cuando están apesadumbrados, tú los aplastarás más. Cuando se sientan cargados, harás que se sientan aún más cargados. En lugar de refrescarles y restaurarles la frescura (pie viene de Dios, sólo lograrás hundirlos en una mas protunda oscuridad.
No es la obra de la plataforma pulpito. Es servir el uno al otro con una vasija y una toalla.
En un sistema mundano oscurecido por el humo del abismo, ¡cómo nos regocijamos al encontrarnos con santos que están frescos con el aire puro del cielo! Tal frescura nos trae nuevamente a ti y a mí el divino soplo de la vida.
No existen unos pocos elegidos separados para esta tarea espiritual de refrescar, asi como tampoco ninguno de nosotros está exento de caminar por este mundo o de la necesidad de ser refrescado.
No existe ninguna clase superior de hermanos en la Iglesia que no necesitan ser refrescados. Es algo del cual todo siervo de Dios depende.
6 MIS LEYES EN SUS CORAZONES 'El mundo' es la obra maestra de Satanás y él utiliza toda su fuerza e ingenio para que prospere. ¿Con qué fin? Por cierto para capturar la lealtad de los hombres y atraerlos hacia sí.
Todos estaremos de acuerdo en que estamos obligados en algún punto a tocar las cosas del mundo. Pero presumiblemente hay un límite. Si nos mantenemos dentro de ese límite estamos seguros; si nos excedemos corremos el riesgo de implicarnos con Satanás.
Pero cuando veas entonces tú dirás del mundo, así como dices acerca del opio, que hay un poder siniestro detrás de ello, un poder diseñado para seducir y can tivar a los hombres.
Aquellos cuyos ojos han sido realmente abiertos en cuanto al verdadero carácter del mundo encuentran que deben tocar todas las cosas que hay en él con temor y temblor, mirando siempre al Señor.
¡Con razón quee miramos con envidia a Juan el Bautista! ¡Cuan fácil sería, pensamos, si como él podríamos simplemente apartamos a un lugar seguro! Pero no somos como él. Nuestro Señor nos envió al mundo en sus propias pisadas, "comiendo y bebiendo".
Para no estar atados por reglas, sino quee permanezcamos todo el tiempo dentro de límites de otra especie; los límites de su vida.
Si nuestro Señor nos hubiera dado una serie de reglamentos que cumplir entonces tendríamos mucho cui- dado de atenernos a ellos. Sin embargo nuestra tarea es algo mucho más sencillo y llano, es decir, permanecer en el mismo Señor.
El creyente soluciona el problema no por despojarse de algo sino por liberar al corazón de sus garras.
Dios nos ha colocado en el mundo y a menudo nos pone en lugares particularmente difíciles, donde estamos tentados a sentir que los del mundo tienen una vida mucho más fácil que las nuestras. Esto se debe a que los creyentes son en verdad como extranjeros viviendo aquí en un elemento que por naturaleza no es suyo.
Dejemos que Dios mismo ocupe todo el espacio y ¿qué lugar quedará para el maligno?
¿Somos pues totalmente para Dios? ¿Puede Satanás testificar de ti y de mí: "A esta persona no puedo atraparla"?"
7 LOS PODERES DEL SIGLO VENIDERO Adán debía guardar el Paraíso de Dios manteniendo alejado al enemigo.
Satanás ha adquirido por medio de la caída de Adán un derecho total a todo lo que es de la antigua creación.
La derrota de Satanás se logra no por un golpe directo a él sino indirectamente al quitarle en la muerte de Cristo todo lo que le da el derecho moral de control.
Dios no sólo ha quitado todo lo que estorbaba su propósito eterno al quitar la antigua creación; también ha asegurado todo lo necesario para cumplir ese propósito al introducir una nueva creación —su nuevo Hombre.
Adán y Eva podían caer pero no podían alterar el propósito de Dios que el hombre eventualmente vencería el poder de Satanás.
(Sal. 8 : 2 ) . Dios no depende de grandes líderes militares. Niños pequeños, sí, aun bebés son suficientes para aplastar las huestes de sus enemigos.
De modo que lejos de perderse todo, podemos afirmar que en Cristo el fin ha sido asegurado.
Nuestro Señor Jesús ha logrado aquello que debió hacer el hombre en la tierra para Dios. El gustó la muerte "por todo" (así lo implica el original griego —no sólo por todo hombre). Esto es, no fue por la redención del hombre solamente (pie El murió sino por la de toda la creación y, remontándonos más atrás, para la recuperación del propósito del Padre en deshacer completamente todo el orden satánico del mundo.
El Evangelio de salvación es necesario y vital para poder suplir la necesidad del hombre. Pero si como siervos de Dios estamos trabajando sólo para otros, estamos errando la primer meta de Dios en la creación que era suplir no sólo la necesidad del hombre sino la suya propia.
Entretener nuestras propias opiniones o deseos, o preferir nuestras elecciones variadas y contrarias equivale sencillamente a presentarle al enemigo una ventaja. Es, en verdad, echar a perder el juego.
¿Estamos tú y yo aquí en la tierra totalmente entregados a Dios mismo? Y por ser esto así, ¿estamos gustando ya los poderes de ese glorioso siglo venidero? ¿Estamos reclamando territorio del príncipe de este mundo para Aquél a quien por derecho le pertenece?
8 Saqueando al usurpador El dinero está en contraposición a Dios. La Palabra de Dios dice que el dinero es "Mamón" o "injusticia" (Le. 16:9 margen).
Jesús dijo: "Ganad amigos por medio de las riquezas injustas", pero es evidente que no ha querido describir así a las riquezas obtenidas en forma injusta. Por tanto está diciendo que las riquezas mismas son injustas. Lo que se nos presenta aquí no son los métodos injustos por los cuales es obtenida la riqueza, ni el uso injusto que se le da al dinero, sino el carácter injusto del dinero mismo.
Si quisiéramos poner a prueba el carácter de alguna cosa, sólo tenemos que inquirir si esa cosa nos acerca a Dios o nos aleja.
El dinero invariablemente nos aleja de Dios.
Pues la experiencia nos dice que Dios y las riquezas jamás están del mismo lado; las riquezas siempre están en contra de Dios.
No es verdad que la predicación del Evangelio en sí es limpia y el comercio no, de modo que aquellos que se ocupan en cosas seculares llegan a estar tan tiznados que ya no sirven para Dios. Lo que importa es sencillamente que Dios, y no nuestro negocio, sea el centro de nuestras vidas.
DETRAS DEL SISTEMA, UNA MENTE Hay, pues, un sistema ordenado, 'el mundo', que es gobernado por un ser invisible, Satanás.
En verdad, a menos que veamos los poderes invisibles detrás de las cosas materiales caeremos muy fácilmente en el engaño.
Así como el mundo pertenece a Satanás, el reino pertenece a nuestro Señor Jesús. Más aún, es este reino que desplaza y desplazará al mundo.
La política, la educación, la literatura, la ciencia, el arte, el derecho, el comercio, la música, tales cosas constituyen el kosmos, y nos enfrentamos con ellas diariamente. Si las quitamos, el mundo como sistema coherente deja de ser.
Por último, cuando tenemos contacto con las cosas del mundo, lo eme debemos preguntarnos es: ¿Cómo afecta esto a mi relación con el Padre?
Dondequiera que vayas, aun entre creyentes, las cosas del mundo son los temas de conversación. El mundo ha avanzado hasta la misma puerta de la Iglesia y está procurando atraer a los santos de Dios a su lazo.
Hay una fuerza espiritual detrás de este mundo que, por medio de "las cosas que están en el mundo", está procurando atrapar a los hombres en su sistema.
No es meramente contra el pecado entonces que los santos de Dios tienen que estar en guardia, sino contra el gobernador de este mundo.
Dios está edificando su Iglesia hasta su consumación en el reino universal de Cristo. Simultáneamente su rival está edificando este sistema mundano hasta su culminación en el reino del anticristo.
Cuando nos enfrentamos con alternativas y nos confronta una elección, no debemos preguntarnos: ¿Es esto bueno o malo? ¿Será de ayuda o no? No; nos debemos preguntar: ¿Es esto del mundo o de Dios?
Pues ya que hay un solo conflicto en el universo se nos presentan sólo dos alternativas; la elección se reduce a esto: ¿Dios... o Satanás? Jamás podrá ser de otro modo.
FINAL